Señor Jesús, Te agradezco por el don de la vida.
Tú conoces las personas y las circunstancias que me han formado ya sea física como emocional y espiritualmente. Ellas, y las más íntimas experiencias de mi mente y de mi corazón, me han hecho la persona que soy ahora. Perdóname, Señor, por todas las veces que te he fallado, por mi fallos contra mi mismo y los demás. Al mismo tiempo, perdono a todos los que me han fallado de alguna manera y me han herido. Ayúdame a ver que mi enfermedad tiene una parte muy importante en mi vida. Ella me ayudará a ser plenamente la persona que Tu quieres que yo sea. No permitas que yo pierda o desperdicie lo que Tu quieres hacer conmigo para hacer completa mi vida en esta tierra y para prepara mi vida contigo en el Cielo. Ahora yo no puedo orar de la manera que quisiera. (Estoy dolorido, cansado confundido). Te pido que aceptes cada mi respiro como un acto de amor y de confianza en Ti. Tu eres mi Salvador. Yo quiero descansar sobre tu amante Corazón en la seguridad y en la paz, como un niño en los brazos de su padre. Yo sé que Tú no me abandonarás. Te amo, mi Señor, quisiera amarte con todo mi corazón. Amen
Comentarios
Santo Padre Pío, ya que durante tu vida terrena mostraste un gran amor por los enfermos y afligidos, escucha nuestros ruegos e intercede ante nuestro Padre Misericordioso por los que sufren.
Asiste desde el cielo a todos los enfermos del mundo; sostiene a quienes han perdido toda esperanza de curación; consuela a quienes gritan o lloran por sus tremendos dolores; protege a quienes no pueden atenderse o medicarse por falta de recursos materiales o ignorancia; alienta a quienes no pueden reposar porque deben trabajar; vigila a quienes buscan en la cama una posición menos dolorosa; acompaña a quienes ven que la enfermedad frustra sus proyectos; alumbra a quienes pasan una "noche oscura" y desesperan; toca los miembros y músculos que han perdido movilidad; ilumina a quienes ven tambalear su fe y se sienten atacados por dudas que los atormentan; apacigua a quienes se impacientan viendo que no mejoran; calma a quienes se estremecen por dolores y calambres; concede paciencia, humildad y constancia a quienes se rehabilitan; devuelve la paz y la alegría a quienes se llenaron de angustia; disminuye los padecimientos de los más débiles y ancianos; vela junto al lecho de los que perdieron el conocimiento; guía a los moribundos al gozo eterno; conduce a los que más lo necesitan al encuentro con Dios; bendice abundantemente a quienes los asisten en su dolor, los consuelan en su angustia y los protegen con caridad. Amén Oh Virgen María, Salud de los enfermos,
que has acompañado a Jesús en el camino del Calvario y has permanecido junto a la cruz en la que moría tu Hijo, participando íntimamente de sus dolores, acoge nuestros sufrimientos y únelos a los de Él, para que las semillas esparcidas durante el Jubileo sigan produciendo frutos abundantes en los años venideros. Madre misericordiosa, con fe nos volvemos hacia Ti. Alcánzanos de tu Hijo el que podamos volver pronto, plenamente restablecidos, a nuestras ocupaciones, para hacernos útiles al prójimo con nuestro trabajo. Mientras tanto, quédate junto a nosotros en el momento de la prueba y ayúdanos a repetir cada día contigo nuestro "sí", seguros de que Dios sabe sacar de todo mal un bien más grande. Virgen Inmaculada, haz que los frutos del Año Jubilar sean para nosotros y para nuestros seres queridos, prenda de un renovado empuje en la vida cristiana, para que en la contemplación del Rostro de Cristo Resucitado encontremos la abundancia de la misericordia de Dios y la alegría sin fin del Cielo. Amén 9/2/2015 Comentarios Credo del dolorA las almas adoloridas, que cargan pesos insufribles, a quienes sus cruces pareciera aplastar sin remedio, el recuerdo del valor pleno de sentido del dolor otorga al sufrimiento una trascendencia del que están privados los paganos. Recomendamos vivamente su lectura y hacer de su difusión un apostolado
CREO que otorgó Dios el dolor al hombre con designios de amor y de misericordia. CREO que Cristo Nuestro Señor ha transformado, santificado y casi divinizado el dolor. CREO que el dolor es para el alma el gran cooperador de la redención y la santificación. CREO que el dolor es fecundo tanto, y aún más, a veces, que nuestras palabras y obras; y más poderosas han sido para nosotros y más eficaces a los ojos de su Padre, las horas de la Pasión de Cristo que los años de su predicación y de su apostolado en la tierra. CREO que entre las almas, las de este mundo, las que expían (en el purgatorio) y las que ya han alcanzado la verdadera vida, circula inmensa y no interrumpida corriente, hecha de sufrimientos, de los merecimientos del amor de esas almas; creo que nuestros más íntimos dolores, nuestros más fáciles esfuerzos pueden, por la intervención divina, alcanzar hasta las almas más queridas, próximas o lejanas e influir en ellas llevándoles luz, paz y santidad. CREO que en la eternidad hallaremos a aquellos que han soportado y abrazado la Cruz y que sus sufrimientos y los nuestros irán a perderse en el infinito amor divino y en las alegrías de la definitiva reunión. CREO que Dios es amor y que, en sus manos, el dolor no es más que un medio de que se vale su amor para transformarnos y salvarnos. CREO en la comunión de los Santos, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén. Señor, en mi vida me pregunto
muchas veces cómo actuarías Tú. Te veo junto a los enfermos, cómo les ayudas, y cómo afrontas Tú el sufrimiento. ¡Cuánto me falta para parecerme a Ti! Dame tu Espíritu, Señor. Dame un corazón misericordioso como el tuyo. Llénalo de esperanza cuando estoy enfermo o cuando acompaño a quien lo está. Ilumina mi mirada para acercarme a los enfermos y sus familias descubriendo sus necesidades, pero también sus riquezas y recursos. Y tú, María, que guardabas todos los misterios de la vida en el corazón, haz que yo guarde en el mío las preciosas —y a veces dolorosas-- experiencias compartidas en medio del dolor, y las transforme en Vida |
TextosMoniciones, Oraciones y más textos de apoyo. Fecha
Noviembre 2015
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